domingo, 3 de diciembre de 2006

5.-DILEMAS ÉTICOS DEL FIN DE LA VIDA

La muerte es una situación de gran dolor para una familia. En términos generales nos torna vulnerables, quiebra proyectos de vida y nos obliga a una reestructuración profunda.

La muerte se ve al final del camino en un período más o menos corto, que puede ser horas, días o a lo más semanas, y en las que se deben tomar decisiones no siempre fáciles y que tienen que ver con el término de la vida.

El equipo de salud se ve enfrentado a tomar decisiones tales como limitar el esfuerzo terapéutico, suspender medidas que hasta ese momento parecían ser útiles y que ya han dejado de serlo, dejar órdenes de no reanimar, abstenerse de implementar intervenciones médicas que en una evaluación a priori no van a conducir a mejorar la situación clínica del paciente y sólo van a prolongar una agonía, o que por el contrario están abiertamente contraindicadas.

La muerte de un niño o de un adolescente provoca reacciones distintas a la muerte que ocurre en otras edades de la vida. Siendo la muerte un hecho que inevitablemente ocurrirá en algún momento de su existencia, el ser humano tiende a no pensar en ella, y mientras más joven es, el tema de la muerte no se menciona y siempre se ve como algo tan alejado que no vale la pena preocuparse de él.

Por otra parte, en casos de niños con enfermedades terminales o en quienes las medidas de soporte vital no están siendo de utilidad, el equipo de salud se ve enfrentado a tomar decisiones de limitar o suspender el esfuerzo terapéutico. En tales situaciones, siempre debe compartirse con los padres tales alternativas, tratando de sostener la proporcionalidad de los esfuerzos terapéuticos, buscando que es lo mejor para su hijo enfermo tan gravemente.

En los casos de muerte imprevista por accidentes o enfermedades de curso muy rápido, el impacto que se produce en padres y familiares es enorme y es muy difícil de asumir. A la enfermera que le toca atender un caso así, habitualmente experimenta un sentimiento de impotencia y se siente emocionalmente impactada, generándose un sentimiento de fracaso de su rol profesional y una cierta sensación de culpabilidad. No se le ocurre qué decir, piensa que se rompió la relación con los padres y tiende erradamente a evitar el contacto con la familia.

Los cambios psicológicos que experimentan los padres ante la perdida de un hijo son:

•Incredulidad o negación de la situación irreversible o terminal. Se piensa que el médico está equivocado; ese diagnóstico y ese pronóstico no pueden ser verdad. Se buscan segundas opiniones.
•Ira, que puede dirigirse contra el o la cónyuge (¿Cómo no te diste cuenta?), contra el equipo médico (Por qué no hicieron tal o cual examen o tratamiento), contra Dios (Por qué nos castiga en esta forma? Dónde está su misericordia?), etc.
•Negociación: se acepta la realidad de la enfermedad y el pronóstico, pero trata de buscar alguna ventaja (¿Alcanzará a estar para su cumpleaños?, ¿Alcanzará a tomar parte en el matrimonio de su hermano?).
•Depresión: se toma conciencia de la realidad de la situación y del pronóstico y esto le provoca una profunda depresión.
•La aceptación que nunca o muy pocas veces se da. Nadie acepta la muerte, por la irreversibilidad de ese estado. La mayoría de los pacientes y sus padres, siempre albergan la esperanza de seguir viviendo o que se producirá un milagro. Puede darse la aceptación de la muerte cuando ésta se ve como el término de los sufrimientos que está experimentando el hijo.


El tema, “Dilemas Éticos del Final de la Vida” es muy amplio, es por este motivo que en el presente trabajo nos referiremos a uno de los principales puntos, el cual es la Eutanasia.

Etimológicamente, la palabra "eutanasia" se deriva del griego "eu", que significa "bueno", y "thanatos" que significa "muerte" y es el acortamiento voluntario de la vida, de quien tiene un padecimiento incurable, para poner fin a su sufrimiento.


La eutanasia puede clasificarse en:
•La eutanasia voluntaria que es aquella en la que el paciente acepta que se le suspendan los tratamientos terapéuticos que le prolongan la vida y/o solicita que se le suministren medicamentos que le produzcan la muerte. Este tipo de eutanasia se caracteriza porque el paciente presta su consentimiento para la acción (suministrar fármacos) o la omisión (suspensión de tratamientos o desconexión de aparatos), cuyo resultado esperado es el fin de su vida.
•La eutanasia involuntaria que es aquella en la cual el paciente no presta su consentimiento para la muerte. En ella el fin de la vida se produce ya sea sin el consentimiento del paciente o bien contra su voluntad. En estos casos se habla de dar una "muerte piadosa".
Estas a su vez se sub-clasifican en:
•La eutanasia activa la que consiste en adelantar el momento de la muerte de un enfermo, a petición de él mismo, cuando padece una enfermedad grave e incurable y sus expectativas de sufrimiento físico y psicológico son altas, administrándole para ello alguna sustancia que, sin causarle dolor, le permita entrar en un estado de inconsciencia que lo conduzca finalmente a la muerte.
•La eutanasia pasiva inactiva o indirecta es la producida por la omisión de los tratamientos o medicamentos o terapias o alimentos que prolongan el proceso de morir.
A continuación se presenta un caso de eutanasia involuntaria:
"...Entré a un establo y encontré cuatro soldados muertos y tres recostados contra la pared, con sus caras completamente desfiguradas, ciegos, sordos y mudos y con ropas humeando por la pólvora que los había quemado... Un soldado viejo me abordó y me preguntó si existía alguna forma de curarlos, a lo cual respondí que era imposible... Entonces se aproximó a los heridos y les cortó el cuello delicadamente y sin rabia. Viendo esta cruel acción le dije que era un hombre perverso, a lo cual me respondió que si el hubiera sido el herido, cualquiera de sus compañeros le habría prestado la misma muerte rápida, en lugar de dejarlo morir lánguida y miserablemente..."
En el caso expuesto el “soldado viejo” decidió acabar con la vida de los tres soldados para evitarles un sufrimiento mayor, ya que estos estaban en circunstancias que era imposible realizar alguna curación para salvar sus vidas e incapacitados para tomar decisiones propias. Por el hecho de que estos soldados no dieron consentimientos para acabar con su vida y así evitar el sufrimiento, hablamos de eutanasia involuntaria.
Muchas veces el obligar a vivir en sufrimiento es peor que permitir morir en paz.
La enfermera/o suele ser el miembro del equipo de salud que mantiene la relación más estrecha y continuada con el enfermo, y especialmente si éste está protagonizando la última etapa de su vida.
Por esto, la eutanasia no concuerda con el propio ser de la enfermería, ya que la enfermería está al servicio de la vida y de brindar cuidados y la eutanasia está al servicio de la muerte.

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